martes, 11 de noviembre de 2014

La vocación ilumina la profesión


Hoy en día se destina mucho esfuerzo a prepararse profesionalmente, pero muy poco tiempo a descubrir cuál es nuestra vocación y misión en la vida. A veces se equipara equívocamente el término vocación con la profesión, como si ambos estuvieran al mismo nivel. En realidad la vocación antecede a la profesión pues le da fundamento y orienta el quehacer hacia la dirección correcta.

La palabra vocación viene del vocablo latín vocare que quiere decir llamar. Por tanto, la vocación nace de una llamada trascendente que requiere, una vez descubierta, la decisión libre y responsable de responder a dicha invitación. La vocación es un misterio que se va develando poco a poco en la medida que vamos descubriendo quiénes somos y la finalidad de nuestra existencia . Explicando a un grupo de profesionales el significado profundo de ser empresarios y la relación existente con la misión, dones y talentos que Dios nos ha encomendado, mencionaron lo importante que era entender esto desde el inicio de su carrera, no sólo para prevenir errores de elección, sino para iluminar las diversas decisiones que deben tomar día a día.

La comprensión sobre la vocación permite entender la dinámica profesional de forma unitaria e integrada en la dinámica personal, familiar y social, de tal forma que la vida profesional no esté desligada de los otros ámbitos de la existencia. Ser empresario no es una simple función o tarea que debemos cumplir o un medio de sostenimiento económico. Cada profesión, sea cual sea su ámbito específico de desarrollo, implica una dimensión de servicio, cooperando activamente en el desarrollo y bien común de la sociedad.

Todos debemos en algún momento de nuestra vida hacernos la pregunta fundamental: ¿A qué nos llama Dios y cuál es nuestra misión en la vida? Cada día es una oportunidad para ahondar en este cuestionamiento, conociéndonos a la luz de Dios, y pidiendo luces a las personas que nos rodean, para hacer realidad esta invitación, o más aún este encargo divino, que todo ser humano recibe: Ser cooperadores y gestores del cambio en la cultura, del entorno empresarial, y de la sociedad.

Carlos Muñoz Gallardo

Artículo originalmente publicado por Centro de Estudios Católicos

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